El movimiento encabezado por Juan Domingo Perón, nucleado en el Partido Justicialista, actuó como un factor movilizador, de los diferentes actores sociales, mas importante de nuestra historia. Un movimiento social y político que no paso desapercibido de ninguna manera por la historia de nuestro país en los 200 años de independencia. Es cierto que no todos lo tomaron de la misma manera ya que el Peronismo, desde sus comienzos quiso, y logro, reivindicar las luchas más profundas de los sectores sociales más relegados históricamente en nuestro país.
Desde que Perón comenzó en la función pública, en la Secretaria de Trabajo y Previsión en 1943, produjo cambios fundamentales respecto de los gobiernos anteriores, tendientes a establecer una relación diferente, o más fluida, con los movimientos obreros. Las medidas más importantes en torno a esta temática y desde la posición que ocupaba Perón fueron: El Estatuto del Peón Rural, fijando un salario mínimo, mejora en las condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales. Creación de un tribunal de trabajo, cuyas luchas estaban relacionadas a las demandas obreras. Establecimiento de mejoras salariales y el Aguinaldo para todos los trabajadores. Por último el reconocimiento de los Sindicatos, que produjo una mejora en el marco jurídico[1]
Estas medidas fueron solo un pequeño ejemplo que comienza a demostrar el camino que quería marcar el Peronismo, haciendo hincapié en la Justicia social. Pero esto no estaba tomado de buena manera en los sectores sociales de mayor poder económico. Estos sectores comenzaban a ver con disconformidad y comenzaron a expresarse en forma opuesta a las políticas sociales de Perón. A medida que se profundizaba n las diferencias entre el movimiento obrero y los empresarios, el Peronismo tuvo un profundo acercamiento a los sindicatos.
El momento clave para entender cuando y como se produce esta diferenciación entre sectores sociales que consideraban al Peronismo como un factor positivo y los sectores que lo tomaban como algo negativo comienza con el llamado “17 de Octubre” cuando el pueblo sale a las calles a pedir por la liberación del General Perón apresado, y obligado a renunciar, en la isla Martín García, producto de las presiones de los militares que integraban el gobierno de Farrell.
A Partir de aquí hay un quiebre en la historia social de nuestro país, comienza la marcada diferenciación social entre los “Peronistas” y los “Antiperonistas”. Los primeros, considerando que el Peronismo junto al partido justicialista, eran la principal herramienta de canalización de las ideas para transformar a la Argentina en una sociedad mas justa y equitativa. Pr el otro lado se encontraban los que consideraban que el movimiento Peronista era una de las peores cosas que le podía pasar a nuestro país.
En “La Fiesta del Monstruo”[2] los autores realizan una grosera radiografía de lo que para ellos era el peronismo y el movimiento social de masas. Allí ridiculizan, y caracterizan de forma grotesca a un colectivero que asistiría a una movilización un 17 de octubre. Retoman los conceptos de “Civilización y Barbarie” haciendo referencia a lo vulgar y poco sociable del asalariado y el entorno violento en que se mueve, en contraposición a la ciudad de Buenos Aires que representárosla civilización, Europa en nuestro país. En resumidas cuentas se puede decir que los autores intentan demostrar el salvajismo y la barbarie de esas masas que apoyaron incondicionalmente a Perón. Los protagonistas del cuento son ilustrados como verdaderos salvajes, así lo demuestra el siguiente párrafo:
“Lo pusimos de guardarropa al pibe Saulino, que así no pudo participar en el apedreo. El primer cascotazo lo acertó, de puro tarro, Tabacman, y le desparramó las encías, y la sangre era un chorro negro. Yo me calenté con la sangre y le arrimé otro viaje con un cascote que le aplasté una oreja y ya perdí la cuenta de los impactos, porque el bombardeo era masivo. Fue desopilante; el jude se puso de rodillas y miró al cielo y rezó como ausente en su media lengua. Cuando sonaron las campanas de Montserrat se cayó, porque estaba muerto. Nosotros nos desfogamos un rato más, con pedradas que ya no le dolían. Te lo juro, Nelly, pusimos el cadáver hecho una lástima. Luego Morpurgo, para que los muchachos se rieran, me hizo clavar la corta plumita en lo que hacía las veces de cara.”[3]
EL cuento “Casa tomada” es posible que se pueda tomar como una alegoría de lo que para Julio Cortázar significaba el partido Justicialista y los movimientos de masas enmarcados en el Peronismo. Mucho se dijo sobre este cuento, que era “Antiperonista”.
“Casa Tomada bien podría representar todos mis miedos, o quizá, todas mis aversiones; en ese caso la interpretación antiperonista me parece bastante posible, emergiendo incluso inconscientemente.”[4]
“Esa interpretación, de que quizá yo estaba traduciendo mi reacción como argentino frente a lo que sucedía en la política no se puede excluir porque es perfectamente posible que yo hay tenido esa sensación que en la pesadilla se tradujo en una manera fantástica, de una manera simbólica. A mí me parece valido como posible explicación, pero no es la mía.”[5]
Hasta aquí podemos decir que tanto Borges (Su árbol genealógico lo entronca con ilustres familias argentinas de estirpe criolla y anglosajona, como también portuguesa[6]), como Bioy Casares (nació en Buenos Aires y fue el único hijo de Adolfo Bioy Domecq y Marta Ignacia Casares Lynch. Perteneciendo a una familia acomodada, pudo dedicarse exclusivamente a la literatura y, al mismo tiempo, apartarse del medio literario de su época.[7]) y también Cortázar (Cortázar nació en Ixelles, Bélgica, el 26 de agosto de 1914, hijo de Julio José Cortázar y María Herminia Descotte. Su padre era argentino y funcionario de la embajada de Argentina en Bélgica, desempeñándose en esa representación diplomática como agregado comercial.[8]), representan a esa clase acomodada de la Argentina que creían en el avance, salvajismo y la barbarie de esas masas que apoyaban incondicionalmente a Perón y Evita, irrumpiendo en la sociedad, destruyendo el orden establecido por la clase que ellos representaban.
Lo mismo sucede en “La señora muerta”[9], cuento en el cual el autor intenta hacer una caracterización del pueblo peronista que acompaña el velatorio de Evita. Hay una mezcla de prostitutas, gente que orina en la calle y otros que van porque pasaron por ahí y se quedaron a ver qué pasaba. Una mezcla de gente que reza y orina. El protagonista, con una marcada postura antiperonista y la prostituta la representación de lo que sería el Peronismo, algo irracional que no reconoce ningún tipo de parámetro y sigue prostituyéndose por más que haya muerto su líder político.
“Y fue ella misma quien lo tomó del brazo y la que dijo que subiera a un auto y fueran primero a cualquier lugar. Algo cerca, fue lo único que exigió y no perentoriamente, sino como si recordara algún requisito o alguna ventaja. Se arrinconó a su lado en el auto y contemplaba sin ningún asombro las piernas de los que iban en las plataformas de los tranvías iluminados, a uno que llevaba sandalias, a los que la miraban largamente sin atreverse a sonreírse pero con muchas ganas de hacerlo cada vez que el auto se detenía en cualquier bocacalle.”[10]
También existen de los otros, aquellas personas que desde un comienzo, o posteriormente creyeron en el Peronismo. Es el caso de los siguientes autores que con el correr del tiempo lograr comprender hacia donde se iba y contra quienes se luchaba. Que derechos se defendían y porque se los defendía.
Leopoldo Marechal es uno de esos casos, ya que era reconocido por sus colegas por su narración pero a la hora de tener una postura diferente al orden establecido, rápidamente fue olvidado junto a sus obras. Ocupo cargos desde 1944 hasta 1955dentro del primer gobierno de Juan Domingo Perón.
“El aparato cultural de la oligarquía no podía permitir que un convencido adherente del peronismo fuera reconocido como uno de los mejores escritores, porque de esa forma se derrumbaría esa imagen sarmientina que vinculaba a ese movimiento con la “barbarie”, de esa manera se le birló a Marechal su posibilidad de reconocimiento por parte de las generaciones que lo sucedieron.”[11]
“ 9. Llegamos así al justicialismo, esbozado como doctrina revolucionaria desde 1943 a 1945 por un Líder cuyo nombre también fue silenciado por decreto. La revolución justicialista se nos presentaba como una “síntesis en acto” de las viejas aspiraciones nacionales tantas veces frustradas; y lo hacía enarbolando tres banderas igualmente caras a los argentinos: la soberanía de la Nación, su independencia económica y su justicia social.”[12]
Es el caso de Rodolfo Walsh, quien en los comienzos del Peronismo era muy crítico, pero con el tiempo se dio cuenta de lo muy cerca que estaba de los ideales, a pesar de no estar muy cerca de algunas personas. En 1973, durante el gobierno dictatorial de Ongania, vuelva al país a pedido de Perón para organiza y crea el semanario “CGT” y comienza su militancia en Montoneros, en la cual tuvo un paso algo corto. A pesar de alejarse de esta organización, nuca se alojo del Peronismo. Incluso su hija fue asesinada siendo parte de Montoneros.
En “Esa mujer”[13] Walsh muestra el odio que había hacia el Peronismo, y en especial a Evita, por los maltratos recibidos luego de muerta. Magnificado por el robo y desaparición de su cuerpo. No podía ser que una mujer proveniente de las clases más humildes haya llegado a ser la Primera Dama de este país, y mucho menos haber enfrentado a la oligarquía, como muchas veces ella los nombraba, para demostrarles quienes eran “los queridos descamisados”.
Es clave que en el cuento nunca se la nombra con su verdadero nombre completo, sino que, como dice el titulo, se la llama “esa mujer”. Estaba prohibido por el gobierno defacto de turno nombrar a Perón, Evita y todo lo que esté relacionado al Peronismo.
“Esa mujer le oigo murmurar. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.
El coronel bebe. Es duro.
Desnuda dice. Éramos cuatro o cinco y no queríamos mirarnos. Estaba ese capitán de navío, y el gallego que la embalsamó, y no me acuerdo quién más. Y cuando la sacamos del ataúd -el coronel se pasa la mano por la frente, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...”[14]
Por todo lo expuesto, considero que, desde los comienzos del primer gobierno Peronista, hubo una dicotomía en la cual se reflejaban dos posturas totalmente diferente, respecto al movimiento político de masas más grande de la historia de nuestro país, que nunca paso desapercibido en la vida social de nuestro país. Siempre hubo manifestaciones, tanto en contra como lo expresaban Borges, Bioy Casares y Cortázar. Por otro lado los dos ejemplos que vimos de Marechal y Walsh abogaban la lucha de los sectores más humildes, a favor de una patria justa con una doctrina e ideología nacional.
[2] H. Bustos Domecq. Seudónimo utilizado por Borges y Bioy Casares. La fiesta del Monstruo. Noviembre de1946.
[3] H. Bustos Domecq. Seudónimo utilizado por Borges y Bioy Casares. La fiesta del Monstruo. Noviembre de1946.
[4] http://aquileana.wordpress.com/2011/07/23/julio-cortazar-casa-tomada-%C2%BFmetafora-del-antiperonismo/
[9] David Viñas. La señora muerta.1963
[10] David Viñas. La señora muerta.1963
[12] Leopoldo Marechal. El Poeta depuesto. Cuaderno de navegación. Seix Barral, 1966.
[13] Rodolfo Walsh. Los oficios terrestres. Ediciones de la Flor, 1965.
[14] Rodolfo Walsh. Esa mujer. Los oficios terrestres. Ediciones de la Flor, 1965